15.3.13

Muestra de ensayo académico: Morir en vida (Ana Salazar, 2013)

Portada antigua de San Manuel Bueno, mártir

El siguiente ensayo, escrito por la estudiante Ana Salazar, explora los temas de la herejía, el martirio y el sacrificio en la novela corta San Manuel Bueno, mártir (Miguel de Unamuno, 1930). Ana Salazar presentó este texto como trabajo para la materia AP de Literatura Hispanoamericana dictada en los grados décimo y undécimo del Colegio Los Nogales de Bogotá. La corrección de estilo y la adaptación del texto para publicación en el blog estuvieron a cargo del profesor Jaime Correa.

Morir en vida


Introducción

En San Manuel Bueno, mártir (Miguel de Unamuno, 1930), se narra la historia de San Manuel, un sacerdote ateo, desde los ojos de una de sus seguidoras que conoce la verdad sobre sus creencias. En esta obra se muestra la complejidad de la vida de un hombre que se ha sentenciado a sí mismo a dedicar todos los días de su vida a algo en lo que no cree.

Ángela, la narradora de la vida de San Manuel, descubre su herejía y narra a los lectores la manera en la que el sacerdote tiene combates internos a diario y sin embargo sigue siendo la persona que todos en el pueblo creen que es y la persona a la que todos admiran.

Así, debido a que siempre pone al pueblo por encima de sí mismo, San Manuel traiciona sus propias creencias por aquellas de los demás lo que lo lleva a vivir una vida que no quiere vivir. Su herejía hace que San Manuel se convierta en un mártir en vida.


Un mártir hereje

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define un "hereje" como una "persona que niega alguno de los dogmas establecidos por una religión". Según esta definición, San Manuel es un hereje, ya que en la obra de Unamuno se habla constantemente del hecho de que el protagonista no cree verdaderamente en la vida después de la muerte que predica la Iglesia Católica.

Por otra parte, el DRAE define "mártir" como una "persona que muere o sufre grandes padecimientos en defensa de sus creencias o convicciones". Basándonos en esta definición también podemos decir que San Manuel es un mártir, ya que se sacrifica por la causa de mantener la esperanza de aquellos a los que predica.

En varios momentos de la novela vemos a San Manuel haciendo todo tipo de obras para ayudar a la gente por medio de una religión en la que él mismo no cree. El sacerdote llega incluso a decir: “Sigamos, pues, Lázaro, suicidándonos en nuestra obra y en nuestro pueblo, y que sueñe este su vida como el lago sueña el cielo”.

Lo que San Manuel dice nos indica que él considera que lo que hace lo está matando, pero que va a continuar haciéndolo ya que esto es lo mejor para su comunidad. Esta es la magnitud del sacrificio de San Manuel: él pone a los demás por encima de sí mismo todo el tiempo.

El sacrificio de San Manuel

Lo que convierte a San Manuel en un mártir es el hecho de que se traiciona a sí mismo y traiciona sus creencias por el bien de su pueblo.

San Manuel sabe que su pueblo no podría sobrevivir sin la esperanza que la religión le brinda, así que decide dejar todo lo que cree a un lado para darle al pueblo la esperanza que este necesita aunque él mismo carezca de dicha esperanza. Esto es claro en lo que dice Ángela: "Y ahora creen en San Manuel Bueno, mártir, que sin esperar inmortalidad les mantuvo en la esperanza de ella".

La misión de San Manuel es darle esperanza a su pueblo a toda costa, y él lo logra, pero para ello debe sacrificarlo todo. En otra ocasión Ángela dice: “Me retiré, pensando, no sé por qué, que nuestro Don Manuel, tan afamado curandero de endemoniados, no creía en el Demonio.” Lo dicho por Ángela muestra perfectamente la esencia de la vida de San Manuel. El sacerdote juega al juego de creer y sabe que al ser un extranjero en este juego, al no verse enredado en los hilos de la fe, él es capaz de salvar a los demás de todo lo malo que podría suceder dentro del mundo de las creencias del pueblo.

San Manuel sabe que lo que le permite derrotar al Demonio que atormenta al pueblo es precisamente el hecho de que él no cree en aquel demonio, y por eso decide vivir una vida alrededor de aquello en lo que no cree y convertirse en un mártir.

Morir por el bien ajeno

El mayor sacrificio de San Manuel, aquel que lo pone por encima de todos los otros mártires, es el sacrificio de su vida.

San Manuel renuncia a su vida y vive una vida que no quiere vivir en beneficio de los demás. San Manuel dice: “¡Mi vida, Lázaro, es una especie de suicidio continuo, un combate contra el suicidio, que es igual; pero que vivan ellos, que vivan los nuestros!”. En esta cita San Manuel deja claro que su vida no es una vida que él quiera vivir, pero es la que él está dispuesto a vivir por el bien de los demás.

San Manuel vive con la tentación continua de hacer lo que para él es lo único que vale la pena hacer en la vida: suicidarse. Sin embargo, no lo hace por consideración con los demás. San Manuel muere en vida todos los días por aquellos que viven gracias a él. Sacrifica lo único irreemplazable, la vida.

San Manuel se sacrifica todos los días ya que se obliga a vivir una vida que no quiere vivir, una vida en la cual no cree. En este sentido, él no es como los otros mártires de la Iglesia Católica. San Manuel no muere por su fe sino por la fe de los demás ya que la suya es inexistente. Esto no sólo lo hace único sino que lo hace mucho más merecedor del título de mártir, ya que, verdaderamente, muere por el bien ajeno.


Conclusión

Es importante volver a la forma en la que está escrita la novela de Unamuno para notar la importancia de las acciones de San Manuel. Esta obra es una carta que Ángela le manda al obispo refiriéndose al tema de la beatificación de don Manuel. Aunque por definición dentro de la Iglesia Católica un santo no puede ser un hereje, San Manuel es el mayor santo debido a los sacrificios que hace para el beneficio de su pueblo.

San Manuel no puede ser un santo de la Iglesia Católica ya que a pesar de predicar sus dogmas y principios no cree en ellos. Sin embargo, San Manuel se gana el título de santo por lo que piensa el pueblo, porque este fue un hombre que fue mártir cada día de su vida, un hombre que moría cada día por su traición a sí mismo y en nombre del bienestar de todos los demás.

Aunque San Manuel no pueda tener el título oficial de santo, él es uno de los pocos que no lo necesita ya que el sacrificio hecho por este incrédulo en nombre de la fe de todos los demás lo hace el mayor de los santos y el mayor de los mártires.

Ana Salazar, 24 de febrero de 2013.

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